Biografías

Alexis Carrel (1873-1944)
José L. Fresquet
Tomado de: http://www.historiadelamedicina.org

La biografía de Alexis Carrel es difícil y compleja de abordar. Por un lado están sus contribuciones a varios campos de la medicina; por otra, sus ideas de los últimos años de su vida que todavía hoy son motivo de discusión y rechazo. Premio Nobel de una parte, y acusado de ideas nazis y racistas, por otra. Alexis Carrel hizo importantes aportaciones al desarrollo de las ciencias básicas de la medicina y de la cirugía. Giran éstas en torno a las anastomosis vasculares, al cultivo de tejidos y al transplante de órganos. Aunque francés, desarrolló casi toda su actividad investigadora en los Estados Unidos de América.

Alexis Carrel nació el 28 de junio de 1873 en Sainte-Foy-lès-Lyon, Francia. Su padre murió cuando Alexis era todavía muy pequeño a consecuencia de una neumonía. Precisamente cuando tenía 4 años de edad se le cambió el nombre de Marie Joseph Auguste Carrel por el de Alexis en honor de su padre. Su madre, Anne Ricard, fue la que se encargó de educarlo durante los primeros años. Después estudió en la Escuela jesuita de San José, en Lyon.

En la Universidad de Lyon obtuvo el grado de bachiller en letras en 1889 y el de ciencias en 1890. Entre 1896 y 1900 fue interno. Obtuvo el grado de doctor en 1900. Trabajó en el Hospital de la ciudad mientras estudiaba anatomía y cirugía operatoria. Ocupó el puesto de prosector en la cátedra del profesor Testut (1900-1902).

Decantado hacia la cirugía, comenzó a desarrollar trabajos experimentales con cadáveres y perros. Cuando el presidente Sadi Carnot visitaba Lyon fue herido por un anarquista italiano. Falleció porque los cirujanos fueron incapaces de suturar la vena porta que había sido afectada. El hecho parece que influyó en Carrel. En 1902 publicó en el Lyon Médical una técnica para suturar vasos. A lo largo de la siguiente década la perfeccionó hasta el punto de poder afirmar que daba resultados excelentes a largo plazo y podía ser usada con toda seguridad en los humanos, siguiendo un determinado protoclo. Utilizaba suturas muy finas y sedas de Alsacia.

Para realizar las anastómosis hacía cortes en los extremos de los vasos y les daba la vuelta. A continuación utilizaba material parafinado y suturas finas con seda de Alasacia. Con esta técnica conseguía evitar las hemorragias postoperatorias y la formación de coágulos sanguíneos. Con la sutura de los extremos hacia fuera o revertidos, conseguía que en el interior no quedaran hilos sueltos que favorecieran la formación de trombos. Esta técnica, que hoy se aplica con pequeñas modificaciones, significó un gran empuje para la cirugía cardiovascular y de los transplantes.

En 1904 se fue de Francia. Dos parecen ser los motivos. Por un lado, el escaso eco que tuvieron sus trabajos en el país vecino junto a los problemas que tuvo con algunos colegas. Carrel estaba impresionado por los milagros y expresó públicamente su intención de estudiar científicamente las curaciones de Lourdes. Se ganó la enemistad tanto del clero como de los miembros de la Facultad de Medicina de Lyon. Por otro lado, se sintió fascinado también por las experiencias del cirujano Matas. Rudolph Matas (1860-1957), español de nacimiento, hizo progresar en Nueva Orleáns la cirugía vascular, y el tratamiento de los aneurismas es buena prueba de ello. Ideó una técnica llamada “endoaneurismorrafia” que consistía en sujetar el vaso dilatado entre unas pinzas, ligar por dentro las ramas arteriales y reforzar la pared adelgazada mediante una sutura doble. Hay que tener en cuenta que la cirugía norteamericana de este periodo había dejado de ser subsidiaria de la europea alcanzando un extraordinario desarrollo y Francia no disponía de laboratorios de cirugía experimental adecuados.

Carrel marchó a Montreal. Presentó una comunicación en un congreso médico. Allí conoció a Carl Beck, que era de los pocos que conocía sus trabajos. En Estados Unidos, basándose en el artículo que éste publicó en 1902, transplantó un riñón a un perro con los mismos resultados que Carrel describe. El hecho supuso el comienzo de una relación y que, tras el congreso, Carrel marchara a Chicago. Un año después ya trabajaba en el Departamento de Fisiología de su Universidad.

En esta ciudad Carrel colaboró con Charles Guthrie (1880-1963) en sus experimentos para perfeccionar la sutura de los vasos sanguíneos ("Método de sutura terminoterminal de los vasos sanguíneos de Carrel). Publicó veintiún trabajos en veintidós meses. Se refieren éstos, sobre todo, a las anastómosis, al uso de partes de vena para reparar arterias, reinplantación de extremidades, transplante de riñón, ovario, tiroides y corazón, así como a los rechazos. En octubre de 1905 se celebró en la ciudad la quinta reunión anual de cirugía clínica. Entre otros participaron George Crile, Harvey Cushing y Rudolph Matas, que visitaron las instalaciones del laboratorio de Carrel. Allí tuvieron lugar demostraciones sobre la anatómosis utilizando una carótida de perro. Este acontecimiento le permitió a Carrel trabar importantes amistades, pero tuvo dificultades para encontrar financiación para sus proyectos. Especial eco tuvo el hecho de que podía repararse una sección de la pared aórtica con tejidos tomados de otra arteria o vena.

Simon Flexner, hermano de Abraham Flexner y director del recién fundado Instituto Rockefeller leyó un trabajo de Carrel sobre el transplante de riñón. Pidió a Cushing que preparara un encuentro. Tras éste se le ofreció una beca y en 1906 se unió al Rockefeller Institute for Medical Research, de Nueva York. En este lugar perfeccionó la técnica de la anastomosis cabo a cabo de los vasos, siguió trabajando en los transplantes, los injertos de piel, la conservación de tejidos antes de ser injertados, etc. Fue en esta institución donde desarrolló la mayor parte de sus trabajos que le llevaron, en 1912, a obtener el Premio Nobel. En el discurso que redactó Carrel mencionó las importantes contribuciones que en el terreno de la cirugía vascular habían hecho J.B. Murphy, de Chicago, y Edwin Payr, austríaco que después fue jefe de cirugía en Leipzig). Carrel permaneció en esta Institución hasta el año 1938. Nunca llegó a obtener la ciudadanía de los Estados Unidos.

En la Fundación Rockefeller cerraban los meses de julio, agosto y septiembre, tiempo que Carrel aprovechaba para ir a Francia. Durante el verano de 1913 se casó. Los Carrel establecieron domicilio en Francia y la mujer raras veces fue a Nueva York.

Durante la primera gran guerra Carrel sirvió como Mayor en el Cuerpo Médico de la Armada Francesa. Como ciudadano francés fue movilizado en el otoño de 1914 y, curiosamente, a un Premio Nobel de medicina se le encargaron tareas burocráticas de carácter rutinario, según parece. Protestó y solicitó ser transferido al Hôtel-Dieu de Lyon, donde comenzó a estudiar de forma sistemática las heridas de guerra infectadas. Debido al gran número de heridos, vio que los métodos disponibles para evitar la gangrena no eran los adecuados. Centró su actividad en buscar un antiséptico eficaz. Solicitó medios y la colaboración de un químico, pero sus peticiones fueron desoídas.

Por influencia de James Hyde (1876-1959), un rico industrial americano, Carrel recibió permiso para montar un hospital con instalaciones para la investigación. Recibió el apoyo del Instituto Rockerfeller y de otras instituciones americanas. Flexner encontró al químico adecuado, Henry Dakin (1880-1952), ciudadano inglés que estaba interesado en la actividad óptica de los compuestos orgánicos. Bajo la dirección de Carrel comenzaron las tareas de evaluación de sustancias, buscando una que tuviera mucho poder antiséptico y poco poder irritante. Después de varios meses dieron con ella.

Carrel dio a conocer el método para tratar heridas de guerra (conocido con el nombre de “Darrel-Dakin”), en el artículo que apareció publicado con el título "Traitement abortif de l'infection des plaies" (Bulletin Ac. Méd.; 1915; 3 sèr.; 74: 341-8) y posteriormente en la obra escrita con George Dehelly, "Le traitement des plaies infectées" (Paris, 1917). Muchos cirujanos americanos, ingleses y franceses dudaron en un principio de su eficacia. No fue hasta 1916 cuando se aceptó ampliamente y empezaron a aparecer trabajos corroborando su eficacia. La solución Carrell-Dakin contiene hipoclorito sódico (0,45 % al 0,5 %) y ácido bórico (4 %). No hay que olvidar, sin embargo, que el mérito en el tratamiento de las heridas no sólo se debe a la solución; Carrel confió en los principios de la bacteriología para supervisar minuciosamente el progreso de infección y determinar el tiempo de cierre de las heridas. Así, se conoce con el nombre de "método de Carrel" el que sirve para determinar cuándo se debe hacer el cierre secundario de una herida. Se toma un asa de material de ésta, se hace un frotis, se tiñe y se cuenta el número de bacterias.

Con el nombre de "tratamiento de carrel" nos referimos al tratamiento de las heridas que se basa en la exposición amplia de las mismas, la extirpación de todo el material extraño y el tejido desvitalizado, limpieza meticulosa y lavado repetido con solución de Darrel-Dakin, mientras se proteje la piel adyacente con gasa vaselinada.

Después de la guerra volvió a Nueva York donde reanudó los trabajos sobre el cultivo de tejidos. El cultivo in vitro fue iniciado por Ross Harrison en 1907. En el invierno de 1908 éste dio una conferencia en Nueva York sobre el tema. Poco después Carrel convenció a Flexner para visitar su laboratorio. Mandó un asistente que aprendió los métodos propuestos por Harrison. Carrel, ayudado por M.T. Burrows, comenzó a transplantar células de tejido conectivo del corazón de un embrión de pollo a un cultivo que se mantuvo durante muchos años. Este hecho atrajo la atención de mucha gente que no creía que partes vivas de un cuerpo pudieran seguir viviendo “en una botella”. El tema llegó, incluso, a merecer reportajes en la prensa y las revistas. No era para menos ya que era posible mantener células somáticas, sustraídas del resto del organismo y en un medio nutritivo apropiado, lo que las hacía prácticamente inmortales. En 1912 ya disponían de técnicas adecuadas y fiables y, durante el cuarto de siglo siguiente, se dedicaron por completo a investigar sobre el tema. No es raro que ciento veinticuatro trabajos de Carrel estén dedicados al cultivo de tejidos.

En el campo de los autoinjertos en animales, obtuvo numerosos éxitos, aunque se produjeron rechazos en los homoinjertos (órganos de individuos distintos de la misma especie) . En 1935, con la colaboración de Charles Lindbergh, el primer aviador que cruzó el Atlántico, creó un artefacto que proporcionaba un “sistema de respiración estéril” a los órganos que se habían extraído del cuerpo. Entre 1935 y 1939 se realizaron experimentos sobre la perfusión de órganos con este aparato, conocido como Lindbergh-RIMR perfusion pump. Carrel trabajó con la perfusión de corazones enteros de gato. Utilizó una solución de tiroides con un 50 por cien de suero a través de la aorta a una temperatura de 37 grados. Los latidos se mantenían durante 12 horas.

En 1938 publicó junto con Lindbergh el libro The cultura of organs (New York, Paul B. Hoeber, Inc,). Aunque algunos de sus experimentos fracasaron, sus aportaciones para comprender el fenómeno de la regeneración, el crecimiento, la nutrición y el funcionamiento de las secreciones internas fueron decisivas. En este sentido fue un fiel seguidor de los presupuestos de Claude Bernard. Una de las intenciones de Carrel era la de sustituir tejidos u órganos enfermos por otros sanos. Esto le llevó a trabajar intensamente en la fisiología de los órganos.

Carrel fue miembro de numerosas sociedades de Estados Unidos, España, Rusia, Suecia, Países Bajos, Bélgica, Francia, Ciudad de Vaticano, Alemania, Italia y Grecia, y doctor honoris causa por las universidades de Belfast, Princeton, California, Nueva York , Brown y Columbia. Fue distinguido con la legión d'Honneur de Francia y la de la orden Leopold de Bélgica, entre otras.

Jubilado, Carrel regresó a la Francia en 1839. Ocupada poco después por los nazis, colaboró con el gobierno de Vichy y dirigió la Fundación francesa para el estudio de los problemas humanos. Desde su cargo propagó sus ideas sobre la eugenesia. Tras el triunfo de los aliados en 1944 fue cesado. Regresó a Paris donde murió el 5 de noviembre de ese año a consecuencia de un infarto, por lo que en su tiempo no fue acusado.

Su nombre se olvidó durante 45 años hasta que fue resucitado por el Frente Nacional, de Le Penn, en 1991 en defensa de sus ideas racistas. Los franceses pensaron que sus posturas pesaban más que los méritos que le llevaron a recibir el Premio Nobel. Su nombre fue retirado de las calles de más de una veintena de ciudades, excepto en Paris. En el distrito cinco, donde las pocas placas que quedan están rotas o pintadas por ciudadanos anónimos. Surgió así el que se conoce con el nombre de Affaire Carrel.

En los últimos años de su vida se dedicó también a la reflexión filosófica. Fruto de ésta son sus obras La Prière (1944), el volumen editado tras su muerte Réflexions sur la conduite de la vie (1950) y la colección de textos íntimos Tour après tour (1956). En 1935 publicó en sus versiones francesa e inglesa el libro L'homme cet inconnu, que se reeditó varias veces. En España apareció en 1936 con un prólogo de Gustavo Pittaluga. Fue en este libro donde se muestra defensor de la eugenesia y donde algunos ven el origen de ciertas conductas de los nazis.